Francia: construir comités de base para luchar contra Macron y la guerra. Crítica a Mèlenchon.

Estrategia y táctica políticas en torno a los comités de base

Seguidamente, incluimos un artículo que trata de responder (con luces y sombras, a nuestro juicio) la cuestión crucial de cómo puede intervenir la clase trabajadora para detener los ataques sociales masivos contra la población y una mayor escalada de la guerra. La respuesta, para los marxistas leninistas, no puede ser otra que construir donde sea posible organizaciones de base de trabajadores, independientes de los partidos y sindicatos institucionalizados y que puedan servir de embrión y contrapoder al estado burgués y sus aparatos….

Alex Lantier. Wsws.org

La caída del Gobierno francés en medio de una crisis presupuestaria histórica y la primera protesta masiva organizada en redes sociales el 10 de septiembre han revelado la crisis del dominio capitalista. A medida que las potencias de la OTAN intensifican el gasto en remilitarización e histeria bélica contra Rusia, Francia y otros países europeos se tambalean al borde de la bancarrota estatal. La gran pregunta es cómo puede intervenir la clase trabajadora para detener los ataques sociales masivos contra la población y una mayor escalada de la guerra.

La crisis también pone al descubierto los mecanismos que utiliza el aparato político para desmovilizar la oposición de la clase trabajadora —sobre todo, en Francia, el partido La France insoumise (LFI) de Jean-Luc Mélenchon. En una entrada de blog sobre la protesta del 10 de septiembre, titulada “Mil cortes abren una brecha”, Mélenchon afirma que basta con hacer unos cuantos llamados a destituir al ampliamente odiado presidente Emmanuel Macron. Según él, una revolución ciudadana se desarrollará espontáneamente:

Basta con dejar madurar la situación. Ya han caído dos gobiernos, lo que prueba el nivel de desestabilización de los de arriba. Con un buen plan de acción, simplemente dimos un empujón para lograrlo. El resultado fue totalmente desproporcionado en relación con los medios desplegados…

Es inútil agotarse tratando de hacer más. [Los de arriba] se ciegan a sí mismos y así demuestran ser incapaces de enfrentar la revuelta que se avecina. La revolución ciudadana que madura en las mentes de la gente se parece más a una fuerza elemental de la naturaleza que a algún complot imaginado por viejos burgueses temblando frente a sus televisores.

Este es un intento profundamente irresponsable e incluso reaccionario de adormecer a los trabajadores. Una explosión elemental de ira política masiva se aproxima, pero la clase trabajadora debe prepararse para los desafíos revolucionarios que esto supondrá. La contrarrevolución burguesa luchará de forma despiadada, utilizando no solo a la policía antidisturbios, sino el poder de los bancos y, sobre todo, el papel desmovilizador de las burocracias sindicales alineadas con LFI.

El papel de estas burocracias quedó claramente ilustrado en la lucha de 2023 contra los recortes masivos a las pensiones impuestos por Macron. Millones de personas salieron en huelga y estallaron disturbios en toda Francia, pero los dirigentes sindicales diluyeron las protestas y desmovilizaron las huelgas luego de que Macron promulgara su reforma como ley. Los trabajadores deben estar advertidos: a medida que las burocracias sindicales reanudan su “cónclave” con el nuevo primer ministro Sébastien Lecornu, se están preparando para cumplir ese mismo papel una vez más.

La clase trabajadora necesita construir sus propias organizaciones independientes de lucha: comités de base en los centros de trabajo, las escuelas y los barrios obreros, para retomar el control de sus luchas de manos de las burocracias. La crisis del dominio capitalista en Francia y en toda Europa no puede resolverse con una “revolución ciudadana” en las urnas, como propone LFI. Solo una revolución socialista desarrollada en toda Europa e internacionalmente, expropiando a la oligarquía capitalista, puede evitar un colapso del nivel de vida y una mayor escalada bélica.

Mientras Mélenchon vuelve a burlarse en su blog de la “supuesta crisis de la deuda”, en realidad existe una crisis mortal del capitalismo en Europa. La deuda soberana es del 114 por ciento del PIB en Francia, 150 por ciento en Italia, 104 por ciento en España y 102 por ciento en Gran Bretaña. El plan de Alemania de gastar 1 billón de euros en remilitarización podría llevar su deuda al 90 por ciento del PIB. En toda Europa, los países están gastando cientos de miles de millones de euros en el pago de intereses a los bancos, y llaman a gastar cientos de miles de millones más en reforzar sus fuerzas armadas para una guerra contra Rusia.

La crisis presupuestaria francesa ilustra claramente los problemas que enfrentan los trabajadores de toda Europa. Con ingresos fiscales de €330.000 millones, el Estado francés gasta 100.000 millones pagando sus crecientes deudas, 50.000 millones en el ejército y promete aumentar el gasto militar en otros 100.000 millones para alcanzar el 5 por ciento del PIB. Si se permite que la burguesía siga adelante con sus planes de guerra y enormes pagos a los bancos, también desfinanciará y destruirá el Estado de bienestar. Como explicó una declaración del Partido Socialista por la Igualdad (PES):

Se presentan dos alternativas claras. O la oligarquía capitalista construye una dictadura fascista para aplastar a la clase trabajadora, o la clase trabajadora libra una lucha revolucionaria por un programa socialista para expropiar a los oligarcas. Esto requiere romper con el corsé de las burocracias sindicales y construir verdaderas organizaciones de base dedicadas a llevar adelante la lucha de clases.

La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) llama a transferir el poder de las burocracias sindicales a los trabajadores en todas las fábricas y lugares de trabajo. Estas nuevas formas de organización de clase, que unan a los trabajadores en Francia y en toda Europa, son necesarias para organizar la resistencia y derrotar el programa de fascismo, genocidio y guerra de la oligarquía corporativo-financiera.

El llamado de Mélenchon a una “revolución ciudadana” y a simplemente “dejar madurar” la situación es un intento de consolidar la influencia de las burocracias sindicales y bloquear una movilización de la clase trabajadora, denigrando la lucha por el socialismo y el poder obrero. En su entrada de blog, reprende a sus aliados de la burocracia de la Confederación General del Trabajo (CGT), dirigida por los estalinistas, por haber denunciado las protestas masivas de los “chalecos amarillos” contra la desigualdad social.

Mélenchon presiona a las burocracias sindicales a adoptar un tono verbalmente amistoso hacia las protestas, con el fin de encubrir sus reuniones con Lecornu para planear ataques a las pensiones y limitar la oposición obrera al marco de las traiciones sindicales. Sobre el día de acción del 10 de septiembre escribe:

No resuelve todos los problemas planteados por la separación mantenida entre la acción sindical y la acción popular de masas. La rápida implicación de Solidaires el 10 de septiembre, reforzada por varias federaciones decisivas de la CGT junto a muchos órganos sindicales locales y regionales, redujo visiblemente la fractura que surgió durante el episodio de los chalecos amarillos…

Esta vez, la CGT apoyó el 10 de septiembre. Pero al convocar huelgas para el 18 de septiembre, creó una competencia [entre las movilizaciones del 10 y el 18] que debilitó la convergencia de luchas. Afortunadamente, esto no impidió el éxito del 10 ni el carácter masivo de las protestas. Todos deberían reflexionar sobre este hecho.

En realidad, la lección que deben sacar los trabajadores del colaboracionismo de las burocracias sindicales con Lecornu y su hostilidad a la revolución es la necesidad de una lucha indeclinable por construir organizaciones de lucha independientes, completamente fuera del sistema político existente. La AIO-CB debe construirse en toda Europa y más allá.

Mélenchon afirma cínicamente que apoya la autoorganización de los trabajadores, pero sólo para dejar claro que LFI no jugará ningún papel real para lograrla. De hecho, busca tranquilizar a sus lectores asegurando que su partido no representa ninguna amenaza revolucionaria. Al hablar de una “estrategia espontánea”, deja claro que llama a la “autoorganización” porque LFI se lava las manos de la construcción de comités de base, mientras defiende el orden y la tranquilidad:

“Todo el mundo sabe que la autoorganización es el camino privilegiado en la visión de LFI de la acción de masas. Del lado fascista, se reúnen en los bosques y se entrenan en bandas impunes para cazar negros y árabes… Los 500 miembros de los equipos de seguridad de LFI no tienen planes comparables. Están destinados exclusivamente a proteger la tranquilidad de nuestras reuniones y la seguridad de nuestros portavoces”.

Pero la autoorganización de la clase trabajadora —es decir, construir comités de base completamente fuera del sistema político existente— debe lucharse conscientemente. A través de su líder, LFI declara que no llevará a cabo esta lucha. Esa misma política define también a innumerables pequeñas organizaciones pequeñoburguesas que apoyaron el Nuevo Frente Popular de Mélenchon junto a socialdemócratas y estalinistas. Todas ellas afirman que hay que presionar a las burocracias sindicales para que éstas aporten un “plan de combate”.

Por eso, los elementos más dedicados y dispuestos al sacrificio de entre los trabajadores y la juventud deben emprender un camino independiente y luchar decididamente por construir la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base más ampliamente en la clase trabajadora. (…)

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