Eurobarómetro: malas noticias para la ofensiva militarista de la UE y el Gobierno de Sánchez-Díaz.

Fotos de Pedro Sánchez y Ursula Van der Layern en Europa

El sentimiento antimilitarista y pacifista en el Estado español viene de las décadas de luchas contra la OTAN y la guerra de Irak, y todavía pervive. Lo certifica el Eurobarómetro que se acaba de publicar el martes por el Parlamento Europeo. El Gobierno de Sánchez y Sumar lo tiene complicado para que su deriva militarista y armamentística no les pase factura…

Juan Carlos Arias. Izquierdadiario.es

Los resultados de la encuesta del Eurobarómetro, encargada por el Parlamento Europeo y publicada este martes son muy significativos por las diferentes sensibilidades sociales en cada estado de la Unión Europea respecto a las perspectivas de la guerra desencadenada por la reaccionaria invasión de Rusia en Ucrania y la inmensa campaña de rearme militar imperialista de los diferentes Estados europeos.

Es la implementación de una demencial ofensiva armamentística y militarista en el conjunto de la UE que, si nadie lo impide, va a implicar una inversión de al menos 800.000 millones de euros en material bélico. Con un incremento de gasto militar en cada uno de los Estados que ha pasado en poco tiempo de una previsión del 2% del PIB, a hablarse de alcanzar nada menos de un incremento del gasto militar de entre el 3% y el 5% del PIB.

Sin embargo, el Eurobarómetro refleja que, frente a los gastos en armamento, la mayoría de los ciudadanos españoles están a favor de que las principales áreas de gasto a priorizar en la UE deben ser la educación y la investigación. En sentido contrario a lo que opina la media del resto de países europeos, que plantean la prioridad de los gastos en seguridad y defensa. Es evidente que la mayor cercanía a Rusia de muchos de los países de la UE, que ha sido señalada como una falsa amenaza a la seguridad europea —siendo un país sin capacidad real como se ha visto en la guerra de Ucrania para inquietar seriamente al conjunto de la UE— y la falta de un movimiento antimilitarista ha facilitado que cuaje la propaganda imperialista a favor del rearme y que la mayoría de la población de la UE se haya posicionado, de momento, a su favor.

Por otro lado, un 36% de los europeos destacan a la seguridad y la defensa como la cuestión principal en la que la UE debe centrarse para desarrollar su papel globalmente, frente a un 20% de los ciudadanos españoles que se muestran favorables a ese concepto imperialista de intervención global por parte de la UE. En este caso, además de una diferencia de 16 puntos menos que se da en el Estado español, hay que destacar que tampoco es un porcentaje muy alto dentro del ámbito europeo de conjunto. Los que piensan eso en la UE son solo algo más de una persona de cada tres. Lo que en un ambiente prebélico en el que las clases dirigentes están trasladando auténtico terror a la invasión rusa no deja de ser una cifra más bien modesta.

En relación a la labor del Parlamento Europeo sobre cuestiones bélicas, el 31% de los europeos considera que deben incidir en los problemas de la defensa como elemento esencial, mientras que solo el 14% lo valora así entre los ciudadanos españoles. Ambos, sin embargo, comparten que lo esencial es que trabajen por reducir la inflación y abordar el aumento del coste de la vida. Elementos que además de matizar la corriente guerrerista e imperialista que se trata de implementar por las élites en la UE, dejan vislumbrar las cuestiones esenciales que pueden romper los consensos belicistas, puesto que las política inflacionarias, las reducciones salariales y los elevados costes de vida son, en muchos casos, consecuencias económicas directas de las políticas guerreristas. Lo que aventura posibles giros en la situación si el apoyo a las políticas belicistas ponen en peligro lo que queda de las políticas sociales en la UE, lo que no puede ser de otra manera ante la magnitud del esfuerzo bélico generalizado que se está pergeñando.

En este sentido, el Eurobarómetro, ha recogido que la mayoría de los europeos cree que consecuencia de las crisis económicas, bélicas, sanitarias y medioambientales en los últimos años se ha vuelto más importante el papel de la UE para proteger a sus ciudadanos de crisis globales y riesgos de seguridad y opina que esta tendencia debe mantenerse en el futuro. Algo que es muy improbable que se produzca si los esfuerzos de inversión y gasto se centran en el rearme, en lugar de en el desarrollo de políticas sociales. Además, un 40% de los ciudadanos del Estado español piden más apoyo desde el Parlamento en favor de las políticas y los gastos destinados a salud pública, una preocupación que cae al 25% en el caso del resto de los ciudadanos europeos en la media europea. Esto refleja directamente la enorme preocupación que existe en el Estado español por la situación de la sanidad pública.

La persistencia del sentimiento antimilitarista

El rechazo a las políticas militaristas en el Estado español que expresan los resultados del Eurobarómetro no cae del cielo. El sentir “común” antimilitarista y pacifista entre las clases populares tiene una larga historia en el Estado español. Algunos de sus hitos fueron la masiva lucha social que se dio en contra las bases militares norteamericanas y, sobre todo, contra la ratificación de la integración en la estructura militar de la OTAN. Un proceso que se alargó desde 1982 hasta el referéndum de 1986, cuando se perdió por muy poco el “NO” a la OTAN. El triunfo del “SÍ”, fue logrado a duras penas y gracias al miedo y la enorme presión, casi un chantaje, que pusieron el PSOE y Felipe González sobre la mesa, apoyándose en una colosal campaña publicitaria por tierra, mar y aire a favor del “SÍ” tras modificar su histórica posición contraria. (1)

Posteriormente, la enorme lucha contra la guerra de Irak en 2023, tras la Cumbre de las Azores, de la que el Gobierno de Aznar decidió formar parte fundamental como fuerza aliada junto al presidente de Estados Unidos, George Bush Jr. y el presidente de Reino Unido, Tony Blair, fue otro aldabonazo de la lucha antimilitarista en el Estado español que implementó la contestación social con una fuerza inusitada que alcanzó la mayor respuesta europea en contra de la guerra.

Esta tradición antimilitarista extendida entre amplias capas de la población tiene mucho que ver con que Pedro Sánchez -y también Gerogia Meloni en Italia-, plantease recientemente a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, la necesidad de dejar de expresar el proceso de militarización y armamentismo imperialista como plan de “rearme” militar (Rearm Europe), y utilizar eufemismos como “seguridad” o “defensa” o “salto tecnológico”.

Un nuevo intento de engaño del PSOE, como fue su campaña en favor de la entrada de la OTAN con González, para vender con conceptos más digeribles lo que no deja de ser un infame proceso de rearme y militarización imperialista que está volviendo a poner en la agenda la vuelta al servicio militar obligatorio o los llamamientos a que la población acumule reservas para 72 horas de productos básicos como medicinas, agua, baterías o alimentos ante el peligro de “guerra” o “catástrofes naturales”.

El Gobierno del PSOE y Sumar, más allá de su impostura retórica y las protestas simbólicas de la izquierda reformista integrada en el Gobierno, está absolutamente comprometido en avanzar con la política de rearme imperialista. Y no desde ahora, sino ya desde la anterior legislatura, en la que el PSOE y Unidas Podemos aprobaron los presupuestos más militaristas de la historia reciente que hoy se siguen ampliando con la aprobación de nuevos programas de inversión armamentística. Una traición histórica a la tradición antimilitarista de la izquierda en el Estado español que hoy Podemos intenta ocultar reubicándose políticamente como si no hubiera sucedido.

Por un gran movimiento de lucha contra el rearme imperialista.

Existe un amplio estado de la opinión pública en el conjunto de la UE y, sobre todo, según los datos del Eurobarómetro, en el Estado español que o directamente no apoya las políticas de rearme imperialista y belicista o, cuanto menos, desconfía de las consecuencias que ese proceso de rearme pueda desencadenar en las políticas sociales de los diferentes estados y de la UE, ante el enorme bazuca de inversión guerrerista que se avecina. Por ello, entre otras cosas, como hace Sánchez, lo van a vender como oportunidad de desarrollo industrial y tecnológico, además de garantizar la seguridad en el suelo europeo.

Frente a esto, la única manera de frenar el militarismo y evitar la guerra, a la que no paran de invocar, es desarrollar la lucha de clases a escala europea con un carácter anticapitalista, una determinación revolucionaria y un marcado carácter internacionalista. Hay que aglutinar todas las fuerzas del activismo político, social y sindical con una orientación de independencia de clase y desconfianza absoluta del “Gobierno progresista”, sobre la base de la defensa incondicional de los servicios públicos y de lucha contra el gasto militarista y el rearme que, por mucho que diga Sánchez y Sumar, es un ataque directo a las condiciones de vida de las clases populares.

(1) Algunos de los argumentos fueron que la permanencia en la OTAN no implicaba pertenecer a la estructura militar y que era la única vía para que el Estado español pudiera integrarse en la Comunidad Económica Europea, lo que representaba grandes expectativas para la mayoría de la población de mejora y prosperidad económica tras décadas de aislamiento económico desde el franquismo. En ese momento, casi recién llegado al poder, con todavía un prestigio político intacto y navegando sobre la esperanza de grandes sectores de la población en lo que se llamó “el cambio social” que representaba el PSOE, Felipe González amenazó incluso con dimitir en caso de derrota.

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