Comisión de Salud del PRCF. Initiative-communists.fr
Eliza Castagné y Antoine Prioux, farmacéuticos de Bugeat y Sornac (Corrèze), han sido condenados por el Colegio de Farmacéuticos de Nueva Aquitania a una prohibición de ejercer durante seis meses (cuatro de ellos suspendidos). Se trata, en efecto, de un ataque político contra quienes se niegan a someterse a la lógica comercial que azota nuestro sistema de salud, más que de una simple sanción disciplinaria. ¿Su crimen? Haberse atrevido a dispensar medicamentos de forma única para luchar contra la escasez, el despilfarro y la resistencia a los antibióticos, en interés de los pacientes y de las zonas rurales abandonadas.
Esta decisión, tan absurda como injusta, se produce en un contexto en el que el gobierno dice estar luchando contra la escasez de medicamentos. El plan presentado el 27 de febrero de 2025 destaca el «uso adecuado de los medicamentos», pero no premia la labor esencial de los farmacéuticos expertos, que están en primera línea para concienciar a pacientes y prescriptores. Dado que son ellos los que establecen el vínculo de los medicamentos entre los pacientes y los médicos, están en la mejor posición para optimizar las recetas y evitar la escasez de existencias. Sin embargo, en lugar de ser apoyados, lo son cuando innovan fuera de los marcos liberales impuestos por los laboratorios y sus relevos burocráticos.
Un modelo alternativo
Frente a este sistema defectuoso, Eliza y Antoine han construido una alternativa concreta dentro de la red Millesoins, una empresa de atención ambulatoria interprofesional que integra completamente a los farmacéuticos en la cadena asistencial. Con el software de intercambio de información médica protegida, trabajan en estrecha colaboración con los médicos, se anticipan a las necesidades de los pacientes crónicos y optimizan los pedidos para evitar la escasez. El seguimiento de las necesidades de cada paciente evita el exceso de existencias al tiempo que garantiza el acceso a los tratamientos. Este seguimiento se extiende incluso hasta el punto de llamar a pacientes aislados que no acuden a recoger su medicación.
Esta organización, a años luz de las prácticas mercantiles fomentadas por la industria farmacéutica, el capitalismo globalizado y el Orden de Farmacéuticos cómplices del gran capital, demuestra que otro modelo es posible: una farmacia basada en la prevención, la cooperación interprofesional y la justicia social. Sin embargo, en lugar de ser alentada, esta iniciativa es castigada de manera desproporcionada, mientras que las industrias que acumulan escasez debido a la búsqueda perpetua de ganancias cada vez mayores nunca se preocupan.
Un sistema de salud que trabaja para el lucro, no para los enfermos.
Este asunto ilustra perfectamente las contradicciones de un sistema de salud que ha sido mal utilizado por los intereses privados de la gran burguesía globalizada. Los laboratorios farmacéuticos no solo han adoptado una cadena de producción y suministro que provoca desabastecimiento, sino que además, como tienen interés en comercializar cada vez más cajas, no planifican el empaquetado de acuerdo con los tiempos de procesamiento recomendados. El resultado: los pacientes se vieron obligados a comprar cajas enteras para unas pocas tabletas, millones de medicamentos desperdiciados y farmacéuticos transformados en vendedores en lugar de cuidadores.
Eliza y Antoine, al rechazar esta lógica, han puesto de manifiesto la corrupción jurídica de un sistema en el que la salud es una mercancía. Su condena no es un error judicial: es una advertencia a todos aquellos que quisieran cuestionar la hegemonía de los laboratorios y sus cómplices en los cuerpos ordinales.
¡Exijamos la anulación de la sanción! ¡Construyamos una farmacia pública!
La lucha de Eliza y Antoine es emblemática de una lucha más amplia: la de un sistema de salud socializado, en el que los medicamentos se produzcan y distribuyan de acuerdo con las necesidades de la población, y no de acuerdo con la sed de lucro de las multinacionales. Su práctica de dispensación por unidad debería ser generalizada, supervisada por un polo público de drogas que pusiera fin a la escasez organizada y al dominio de los laboratorios sobre nuestras vidas.
Pedimos:
- La cancelación inmediata de su sanción y el reconocimiento de su actuación en favor de la salud pública.
- La legalización de la dispensación unitaria de todos los medicamentos esenciales, con el fin de luchar contra el despilfarro y la escasez.
- La nacionalización de la producción y distribución de medicamentos, bajo el control de cuidadores y usuarios, para acabar con la dictadura de los laboratorios.
- El desarrollo de redes de cooperación como Millesoins, que vuelven a situar la prevención y el acceso a los cuidados en el centro de la profesión del cuidador.
Firma la petición de apoyo: https://crmx.fr/soutien-eliza-antoine
Punto eco:
Para mantener una tasa de ganancia suficiente (p/c+v o p=plusvalía, c = capital constante y v = capital variable), el capital debe estar seguro de que puede vender toda su mercancía sin que su valor se deprecie, es decir, manteniendo la demanda (en la fórmula del capital A-M-A’, se trata de asegurar que la plusganancia ΔA que constituye A’ (A+ΔA) sea lo más alta posible).
Así, cuando el farmacéutico vende por unidad, reduce el número de cajas vendidas para la misma demanda, lo que no sólo reduce el ΔA que el laboratorio hace en relación a su producción total para la misma demanda, ralentizando la velocidad de acumulación de capital, sino que también acerca mecánicamente al capitalista a una posible crisis de sobreproducción.
Pero el farmacéutico lo hace aún peor. Porque la escasez proviene del hecho de que el capitalista, para asegurarse la tasa más alta de ganancia, busca vender sus productos en el mercado más rentable, es decir, en el mercado globalizado, a los países con los precios de venta más altos. Al vender a los países más complacientes, provoca escasez en los países donde los aranceles están regulados, creando artificialmente la demanda con la esperanza de levantar las regulaciones.
Así, al ayudar a regular la escasez, el farmacéutico contraviene directamente la necesidad de reproducción del capital. La crisis social que resulta de la ineficiencia estratégica es una necesidad de la reproducción a gran escala del capital.