Por un movimiento constituyente para los pueblos de España.

Imagen IA con bandera republicana y por la ruptura democrática

Seguidamente incluimos un resumen de la propuesta del camarada Miguel Manzanera, que plantea la necesidad de abrir un proceso constituyente que culmine en una III República española como respuesta a la crisis del capitalismo liberal, al declive del bloque imperialista occidental y al avance del fascismo, situando a España en un nuevo marco internacional multipolar, especialmente vinculado a Asia y a la República Popular China.  Plantea un programa republicano de ruptura con la monarquía, la OTAN, la UE tal como hoy funciona y el legado imperial español, combinando transformación institucional interna y reorientación geopolítica.

Por qué un nuevo proceso constituyente

La sociedad española atraviesa actualmente una crisis profunda, inserta en una crisis más amplia del liberalismo europeo y del propio desarrollo de la humanidad, marcada por los límites ecológicos del planeta.  Frente a ello, se defiende la necesidad de una nueva «forma» de estado que solo puede surgir mediante un proceso constituyente democrático y participativo, orientado al desarrollo humano y no al beneficio del capital financiero.

Ese proceso se inscribe en una doble continuidad histórica: a corto plazo, con las propuestas surgidas del 15M; a largo plazo, con los intentos republicanos de los siglos XIX y XX (I y II República), cuyos aciertos y errores se asumen como lecciones para una nueva ruptura.  La crisis actual se caracteriza por una “onda larga depresiva” del capitalismo, un cambio de hegemonía del imperialismo occidental hacia el capitalismo de Estado asiático (con China en el centro) y una acelerada destrucción de la biosfera.

Del 15M a la regresión reaccionaria

El 15M fue la primera reacción política a la crisis financiera de 2007-2008, un movimiento masivo que, sin embargo, no logró alterar las estructuras básicas del régimen del 78.  El bipartidismo PP/PSOE se vio erosionado, pero pronto fue sustituido por nuevas siglas (Podemos, Ciudadanos) que absorbieron el descontento social sin modificar la correlación de fuerzas ni cuestionar de raíz la monarquía ni el marco constitucional.

Cabe señalar varias causas de este fracaso: un malestar juvenil sobre todo defensivo ante la pérdida de expectativas; un clima de pesimismo histórico ligado a la conciencia ecológica; y el descrédito del socialismo tras la desaparición de la URSS, que debilitó la recepción de la teoría marxista. Además, la izquierda española (del PCE a IU y al propio Podemos) llegó desarmada teórica y estratégicamente, presa del eurocomunismo reformista, incapaz de impulsar un auténtico movimiento constituyente y de construir nuevas instituciones de poder popular.

Monarquía, fascismo y tradición republicana

La monarquía parlamentaria es hoy la forma política preferida por la oligarquía española e internacional, continuadora del franquismo bajo formas liberales, con el rey como garante último del orden jerárquico y del estado de derecho capitalista.  Un orden que, en momentos de crisis, refuerza el aparato coercitivo y recurre a la extrema derecha y al fascismo como “relevo” del liberalismo, tanto en España como en otras potencias occidentales.

Como alternativa a esta escalada reaccionaria en nuestro país contamos con una larga tradición republicana: desde los Comuneros y las ciudades-Estado de al‑Ándalus, pasando por la I y II República, hasta las luchas actuales por la autodeterminación en Euskadi y Cataluña.

Marco internacional: del imperialismo a la multipolaridad

Cabe interpretar la coyuntura global como una pugna entre el bloque imperialista liberal en decadencia (EE. UU., UE y aliados) y un bloque de repúblicas soberanas y capitalismos de Estado en ascenso, con Asia como centro productivo.  El declive del imperialismo, visible en derrotas y empantanamientos militares (Oriente Medio, Ucrania) y en el desprestigio de las intervenciones genocidas o de limpieza étnica, puede abrir y facilitar márgenes para rupturas internas en países como el Estado español.

La presidencia de Trump es un síntoma claro de una reorientación táctica en EE. UU., más centrada en rebajar tensiones directas con el bloque asiático mientras reactiva la doctrina Monroe hacia América Latina.  En este escenario inestable, asistimos igualmente a una crisis profunda de la UE, con el riesgo incluso de desintegración, así como la necesidad de que países como España redefinan sus alianzas y se acerquen a economías dinámicas como las asiáticas, fuera del marco OTAN‑UE.

Ejes del programa para una III República

1.- Reorientación geopolítica y económica 

  – Girar el comercio y la cooperación hacia el bloque asiático y hacia países que han roto con el imperialismo, impulsando acuerdos “justos” y abandonando la lógica neocolonial con América Latina.

  – Reforzar la planificación pública de la economía, nacionalizar el sistema financiero y someter la iniciativa privada a criterios de interés social, en línea con experiencias de capitalismo de Estado como la china.

2.- Ruptura con OTAN y posible salida de la UE 

  – Recuperar un pacifismo radical: salida de la OTAN, firma de acuerdos de paz y cooperación, y apuesta por una ONU reformada que garantice un equilibrio multipolar.

  – Plantear la salida de la UE si esta mantiene su curso actual, al considerarse que se encamina a una crisis estructural impulsada por el ascenso de la extrema derecha y el declive económico.

3.- República social, ética y plurinacional 

  – Subordinar la propiedad privada al cumplimiento efectivo de derechos sociales (vivienda, salud, educación, alimentación), retomando la tradición republicana que limitaba el poder de la propiedad.

  – Impulsar un Estado tendencialmente republicano y “ético” en sentido gramsciano: hegemonía cultural de las clases subalternas, formación de cuadros públicos responsables y combate frontal a la corrupción y a los aparatos reaccionarios del “Estado profundo”.

4.-Cuestión nacional y democratización radical 

  – Reconocer sin restricciones el derecho de autodeterminación de los pueblos peninsulares, apostando por una organización federal o plurinacional basada en acuerdos pactados.

  – Desenmascarar la monarquía del 78 como marco estructural de la corrupción y de la limitación democrática (23F, lawfare, terrorismo de Estado, control de los aparatos armados) y plantear una nueva constitución republicana.

Necesidad de retomar el marxismo y el combate antifascista

Para avanzar en la dirección señalada, sin duda hay que recuperar un marxismo y leninismo renovados, despojado de dogmas burocráticos, apoyándose en la lectura de Gramsci sobre hegemonía cultural y bloque histórico. Del mismo modo, el proyecto de III República solo tiene sentido si se formula explícitamente como parte de un combate antifascista, ligado a las luchas internacionales contra la guerra, el racismo, el expolio ecológico y la explotación capitalista.  La tarea central no puede ser otra que construir un movimiento constituyente republicano capaz de articular el malestar social difuso en una estrategia de ruptura democrática, socialista y plurinacional para el siglo XXI.

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