Jimena Vergara. Leftvoice.org
El miércoles 2 de abril, el presidente Donald Trump anunció que Estados Unidos impondrá un arancel del 10 por ciento a todas las importaciones y tasas adicionales mucho más altas para naciones específicas, en lo que llamó el “Día de la Liberación” de la política comercial estadounidense.
El arancel de base universal comenzará a aplicarse el 5 de abril y las sanciones adicionales entrarán en vigor el 9 de abril. Los países que están siendo específicamente señalados por ser “socios comerciales desleales” son China (que está siendo golpeada con un arancel del 34 por ciento), Japón (24 por ciento) y las naciones incluidas en la Unión Europea (20 por ciento).
Existe un creciente temor entre sectores de la clase dirigente estadounidense y algunos centros de estudios de que los aranceles de Trump estén impulsando cambios geopolíticos y poniendo aún más en peligro la hegemonía estadounidense. Los países afectados por las políticas de Trump no solo amenazan con aranceles de represalia y una serie de medidas económicas que podrían restringir severamente el capital estadounidense, sino que también están forjando alianzas que podrían formar un frente contra la guerra comercial de Trump. Al intimidar a sus aliados en América Latina, por ejemplo, Trump podría fortalecer la influencia económica de China en la región, ya que se presenta como un socio razonable y cooperativo, invirtiendo en infraestructura y proyectos de desarrollo en los países y fomentando el comercio. En Asia, la amenaza de los aranceles ha impulsado una mayor cooperación entre China, Corea del Sur y Japón. Las tres naciones mantuvieron sus primeras conversaciones económicas en cinco años, anunciando su intención de acelerar las negociaciones de su acuerdo trilateral de libre comercio e implementar aranceles coordinados contra Estados Unidos.
El regreso de Trump a la Casa Blanca también ha acelerado los esfuerzos de la UE por fortalecer su propio bloque, mediante la firma de nuevos acuerdos comerciales y el intento de profundizar sus vínculos geopolíticos existentes. En los últimos cuatro meses, el bloque imperialista ha concluido 25 años de negociaciones comerciales intermitentes con el MERCOSUR (integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), ha finalizado o mejorado acuerdos con Sudáfrica y México, y ha expresado su deseo de negociar un acuerdo de libre comercio con la India este año.
Si bien México y Canadá no figuraban en la lista negra de países mencionados por Trump, los aranceles del 25% a la industria automotriz, recientemente implementados, perjudicarán gravemente a ambos países, especialmente al vecino del sur de Estados Unidos. La economía mexicana depende en gran medida de la industria automotriz, que se expandió con el TLCAN, ya que los principales fabricantes de automóviles, al encontrar una nueva fuente de mano de obra barata y mayores ganancias, establecieron fábricas y transformaron al país en un proveedor clave de vehículos y autopartes para Estados Unidos y Canadá. Dado que la manufactura automotriz representa ahora más del 4% del PIB de México y emplea a millones de personas, los aranceles y los ataques a estas cadenas de suministro —gestionados, sobre todo, por la codicia del capital imperialista— pondrán en grave peligro las condiciones de vida de todo un sector de la clase trabajadora mexicana. Por ahora, no se sabe con certeza si Canadá quedará exento de los aranceles a la industria automotriz. En cualquier caso, aún no está claro cómo se implementarán los aranceles, dado que violan las normas del T-MEC.
Poco después del anuncio, los mercados bursátiles sufrieron un duro golpe, lo que reflejó el temor de algunos sectores del capital a que los aranceles tuvieran un fuerte impacto en el crecimiento económico de Estados Unidos y la economía mundial. Los futuros de acciones se desplomaron : el Promedio Industrial Dow Jones perdió 1069 puntos (un 2,5 %), mientras que los futuros del S&P 500 cayeron un 3,6 %. Las acciones de multinacionales como Nike, Amazon y Apple cayeron más de un 4 %. Los economistas también temen que los nuevos aranceles impulsen la inflación y «sacudan aún más los mercados globales cuando reabran el jueves», según el Wall Street Journal .
Si bien los mercados están y estarán castigados por los aranceles, y algunos capitalistas sufrirán pérdidas debido a sus desorbitadas fortunas (lo que plantea múltiples interrogantes sobre el futuro de la economía mundial), estos aranceles, sobre todo, tendrán sus efectos más atroces en la clase trabajadora y los sectores más vulnerables de la sociedad. A pesar de las «exenciones» para México —un país completamente subordinado al imperialismo estadounidense—, millones de empleos mexicanos siguen en peligro debido a estos aranceles, al igual que la economía mexicana en su conjunto. Además, estos aranceles solo impulsarán la inflación, y el consiguiente aumento en los precios de los bienes de consumo diario afectará aún más las condiciones de vida de las familias trabajadoras en Estados Unidos.
La agenda de «América Primero» de Trump apunta a un Estados Unidos que explota tanto a la clase trabajadora mundial como a la suya propia. Es un Estados Unidos para Elon Musk, Jeff Bezos y las corporaciones. Hace décadas, las corporaciones automotrices fueron a México en busca de mano de obra barata, aprovechando la falta de derechos de los trabajadores mexicanos para pagarles miserias y maximizar sus propias ganancias. Para volver a construir sus fábricas en Estados Unidos —lo cual no es un hecho— lucharán por imponer las mismas condiciones a la clase trabajadora local para proteger sus ganancias. Exigirán que Trump bloquee cualquier intento de sindicalización de estos trabajadores y garantice su rentabilidad, como ha sucedido en el sur en estados como Georgia, Tennessee y Kentucky, donde los trabajadores automotrices cobran menos que sus contrapartes en otros estados, trabajan en condiciones mucho más inseguras debido a la menor regulación y carecen de derechos.
Ante estos ataques, líderes sindicales como Sean O’Brien y Shawn Fain se alinean con Trump en la cuestión de los aranceles, oponiendo los intereses de la clase trabajadora estadounidense a los de sus hermanos de clase en todo el mundo, especialmente al otro lado de la frontera sur. El movimiento obrero debe romper con su chovinismo para luchar por los derechos de la fuerza laboral inmigrante en Estados Unidos, contra los aranceles de Trump y por los derechos de la clase trabajadora mexicana; esta lucha debe fortalecer el poder de la clase trabajadora regional contra Trump y las corporaciones que explotan a los trabajadores en ambos lados de la frontera.
Es incierto si los aranceles de Trump seguirán adelante y cómo lo harán. En los próximos días, veremos su impacto en los mercados, la economía real y la geopolítica. Es posible que, al estilo de Trump, esta nueva ola de aranceles se utilice como mecanismo de negociación. Aun así, este drástico giro en la política comercial estadounidense constituye sin duda una amenaza para las reglas comerciales tan importantes para la estabilidad neoliberal. Y mientras los capitalistas buscan soluciones, se juegan el futuro de la clase trabajadora y los oprimidos.