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El poder del pueblo está en aumento.
Esta semana, fuimos testigos de algo extraordinario, no de los que están en el poder, sino de nosotros, el pueblo.
A pesar de las tácticas fascistas de la administración Trump —desde politizar un discurso en Fort Bragg hasta tratar de imponerse en el cumpleaños número 250 del Ejército de Estados Unidos e incluso ordenar que los marines y la Guardia Nacional ingresaran a Los Ángeles—, el pueblo estadounidense se levantó en desafío. Nos enfrentamos al alarmismo autoritario, no con violencia, sino con coraje y alegría colectivos. Millones de personas se pararon hombro a hombro en más de 2,100 ciudades y pueblos para NO RINGS: Día de Desafío. Esta movilización masiva a nivel nacional marcó la mayor protesta coordinada desde el regreso de Trump al cargo.
Desde jubilosas fiestas en la cuadra hasta marchas audaces y pacíficas, familias, trabajadores, inmigrantes y vecinos de todo tipo se unieron para hacer innegable una verdad simple pero radical: no respondemos a reyes. Incluso cuando las unidades militares se alineaban en nuestras calles y las amenazas llegaban desde arriba, los estadounidenses de todo el país le recordaron al mundo nuestra herencia democrática, no saludando al poder, sino resistiéndolo.
Se estima que participaron entre 6 y 10 millones de personas, lo que convierte a NO RINGS en la tercera protesta más grande en la historia de Estados Unidos. Eso no es solo un número, es un rugido ensordecedor del poder popular, que resuena a través de generaciones y en cada rincón de este país. Es un rechazo a la tiranía y una celebración de la fuerza duradera de la democracia.
¿Qué mejor manera de conmemorar el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos que defendiendo las mismas libertades para las que fue creado? Si bien Trump trató de envolverse en el legado de las fuerzas armadas, los estadounidenses honraron ese legado de la manera correcta: defendiendo la libertad, la dignidad y la justicia para todos. A medida que la gente llenaba las calles de costa a costa, le mostraron a la nación, y al mundo, que en Estados Unidos, el pueblo manda.
Y, sin embargo, este movimiento no se trata solo de un día. Se trata de la profunda preocupación que millones de estadounidenses sienten por nuestra frágil democracia. Se trata de una creciente conciencia de que algo anda mal cuando muchos consideran que Trump y sus facilitadores republicanos «se benefician personalmente de las decisiones o la información del gobierno y abusan del poder del gobierno para castigar a los críticos o recompensar a los aliados». El público ve lo que está pasando. Los republicanos en el Congreso «saben más, pero son demasiado cobardes». ¿Y los más cercanos a Trump? Son ampliamente vistos como «hombres del sí», que ponen el partido por encima del país y la lealtad a un hombre por encima de su deber con la Constitución.
Esta es la crisis moral y cívica a la que nos enfrentamos y la oportunidad de renovación. Las multitudes reunidas esta semana no solo protestaban, sino que se organizaban, reclamaban y reafirmaban que no nos inclinamos ante los tiranos y no esperamos a ser salvos. El ícono de los derechos civiles Fannie Lou Hamer dijo una vez: «Nadie es libre hasta que todos sean libres».
No somos libres cuando la protesta pacífica se encuentra con una represión militarizada.
No somos libres cuando el poder político se utiliza para castigar la disidencia y premiar la corrupción.
Pero seremos libres, porque nos negamos a renunciar a nuestro poder.
«No obedezcas de antemano. La mayor parte del poder del autoritarismo se da libremente. En tiempos como estos, las personas piensan con anticipación en lo que querrá un gobierno más represivo y luego se ofrecen sin que se les pida. Un ciudadano que se adapta de esta manera le está enseñando al poder qué hacer. La obediencia anticipada es una tragedia política».
Esa tragedia termina con nosotros.
Esta semana, demostramos que no obedeceremos de antemano. No aceptaremos la corrupción, la crueldad o la cobardía como el costo de la vida en este país. Alzaremos la voz, nos pondremos de pie y nos levantaremos juntos.
Bien hecho, Estados Unidos. El espíritu de la democracia está vivo e inquebrantable.
Y mientras recordemos dónde reside el verdadero poder, en las manos del pueblo, no lo perderemos.
A continuación: Good Trouble Lives On: A Day of Action, jueves 17 de julio a las 6 p.m. hora del este (verifique su zona horaria). Haga clic aquí para registrarse u obtener más detalles.
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