Desde la década de 1980, en distintos países y continentes, parece que la izquierda política está atrapada en un ciclo interminable de «luchas defensivas y derrotas desmoralizadoras». A pesar de la dedicación y el esfuerzo de innumerables activistas, los avances significativos se sienten esquivos, dejando una sensación de estancamiento. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que impide romper este patrón?
El artículo de Joe Carman, que aquí glosamos para propiciar un debate necesario y cada vez más urgente, propone una respuesta llamando a construir un partido comunista que realmente lo sea. En lugar de repetir viejas fórmulas, hay que seguir un camino diferente a los empleados hasta ahora. A continuación se señalan los cuatro ejes básicos de esta propuesta de nueva estrategia, diseñados para ofrecer una ruta potencial para salir de la parálisis y construir una alternativa política al capitalismo creíble y eficaz.
Cuatro ejes para una nueva estrategia política comunista
Aquí se presentan cuatro ideas clave que desafían el pensamiento convencional de la izquierda y proponen un nuevo enfoque para la organización política.
Eje 1: El mayor obstáculo no es el capitalismo, sino el propio «sentido común» de la izquierda actual, sus hábitos y formas de pensar.
La principal afirmación del análisis es que la barrera más significativa para el progreso no es externa, sino interna: el «sentido común» autodestructivo que domina a las organizaciones de izquierda existentes. Este conjunto de ideas y prácticas, aunque sostiene carreras y círculos sociales, en última instancia debilita al movimiento en su conjunto.
Este «sentido común» problemático se manifiesta en una serie de hábitos profundamente arraigados, entre los que destacan:
- La sumisión a la sección «liberal/progresista» de la clase dominante, buscando constantemente su aprobación en lugar de forjar un camino independiente.
- La ortodoxia de la «izquierda sumativa», cuyo supuesto horizontalismo a menudo resulta en líderes informales que no rinden cuentas a nadie.
- Una aversión al desacuerdo abierto, descrita como un enfoque de «‘no delante de los niños'» que sofoca el debate y el desarrollo político.
- El «secta-patriotismo», una rivalidad entre grupos pequeños que permite que las malas prácticas persistan, ya que cada uno se enfoca en ser la secta «menos mala» en lugar de aspirar a la excelencia.
Enfrentar estos problemas internos es un primer paso doloroso pero absolutamente necesario. Solo al desmantelar este «sentido común» paralizante se puede empezar a construir una alternativa política creíble y revolucionaria.
Eje 2: La experiencia más importante viene del lugar menos esperado: Estados Unidos
Sorprendentemente, el modelo de éxito identificado en el análisis proviene del corazón del capitalismo global: el Marxist Unity Group (MUG) dentro de los Democratic Socialists of America (DSA). El autor considera al MUG como «objetivamente la formación partidista más exitosa en el mundo de habla inglesa en el último siglo».
La eficacia del MUG no radica en una línea política novedosa, sino en su «método democrático/republicano», que no es una idea abstracta, sino un conjunto de prácticas concretas que elevan sistemáticamente el nivel de habilidad política y organizativa de sus miembros. Estas prácticas incluyen límites de mandato, la revocabilidad de los liderazgos, el fomento activo de facciones y el debate abierto, la distribución de responsabilidades y una educación política de calidad.
El partidismo es eficaz porque este método democrático/republicano, que el Marxist Unity Group ejemplifica, eleva el nivel de la política y la habilidad organizativa entre sus miembros. Por el contrario, las ideas que la izquierda tiene actualmente sobre la organización/política tienen como consecuencia desorganizarlos y debilitar su comprensión política.
Eje 3: La estrategia no es crear algo nuevo, sino transformar lo que ya existe.
En contra de la tendencia de fundar nuevos grupos cada vez que surgen desacuerdos, la estrategia propuesta es involucrarse directamente con la izquierda tal como es. El análisis es claro en que intentar eludir a las organizaciones existentes «simplemente resulta en la creación de otra secta».
El enfoque propuesto es doble y altamente táctico:
- Dentro de formaciones más grandes, como un «Nuevo Partido de Izquierda», organizar un «Caucus Comunista». El objetivo es luchar por un cambio desde adentro, lo que exige un profundo conocimiento de las reglas formales para desafiar a la derecha, presentar una alternativa política clara y convertirse en comunicadores eficaces para ganar a la base.
- Dentro de sectas más pequeñas y rígidas, alentar a los simpatizantes a quedarse y luchar. Esto implica una «paciente lucha política» para democratizar sus organizaciones, construyendo facciones (en secreto si es necesario) y centrándose en puntos débiles como la falta de una educación política seria para abrir espacios al debate.
Este camino requiere paciencia y una perspectiva a largo plazo. Como afirma el texto, esta no es una solución rápida: «Debemos estar en esta lucha a largo plazo».
Eje 4: La primera batalla no es por la Revolución, sino por la democracia interna.
Antes de abordar las grandes cuestiones de la estrategia revolucionaria, el enfoque inmediato debe ser ganar batallas por las estructuras democráticas dentro de los partidos y grupos existentes. Esta lucha interna no es un fin en sí mismo, sino el reflejo de un principio político más amplio: la lucha por una república democrática en toda la sociedad.
Los objetivos inmediatos no son, por tanto, metas ideológicas abstractas, sino cambios estructurales concretos diseñados para construir una base para la acción efectiva:
- Establecer estructuras democráticas (como congresos de delegados).
- Garantizar la revocabilidad de los cargos electos.
- Basar la afiliación en el acuerdo con un programa decidido democráticamente.
La importancia de este punto es fundamental. El análisis subraya que la lucha por los derechos y libertades democráticas es «luz y aire para nuestro movimiento», tanto dentro de las organizaciones como fuera de ellas. Ganar estas batallas estructurales internas es la base esencial que hace que todas las demás intervenciones políticas sean más efectivas y sostenibles en el tiempo.
Conclusión: Un nuevo sentido común
En conjunto, estos cuatro ejes dibujan una visión estratégica coherente y novedosa. Proponen un camino que comienza por confrontar las debilidades internas, aprende de un modelo exitoso e inesperado, trabaja pacientemente para transformar las estructuras existentes en lugar de abandonarlas y prioriza la lucha por la democracia interna como la piedra angular de toda acción futura.
El objetivo es reemplazar un «sentido común» de derrota por uno que sea explícitamente democrático, republicano, internacionalista y revolucionario.
Si estos métodos han demostrado ser más efectivos para elevar el nivel político del movimiento, la pregunta final es inevitable: ¿qué es lo que realmente impide que la izquierda en general los adopte?