Falsos dilemas y oportunismo político.

Imagen de archivo de Mnu Pineda junto con un gráfico ilustrativo sobre falsos dilemas.

El camarada Manu Pineda, miembro de las direcciones federales del PCE y de IU, acaba de sacar en Público un artículo sobre “sectarismo purista o alianza antifascista” que ilustra bastante bien los “defectos” del discurso político que hoy defiende el sector mayoritario de Enrique Santiago en el PCE y de Izquierda Unida, basado en una consideración acrítica y edulcorada de las tácticas de frente popular que desarrolló la tercera internacional hace casi un siglo, mientras condena taxativamente cualquier atisbo de análisis crítico.

Confusiones conceptuales sobre el fascismo y la socialdemocracia.

En su artículo, Pineda pasa de una caracterización rigurosa del fascismo clásico (Dimitrov, años 30) a identificar como “avance de fuerzas reaccionarias y neofascistas” casi cualquier derecha actual, sin justificar el salto ni analizar las diferencias entre fascismo histórico, autoritarismo neoliberal y extrema derecha parlamentaria. Equiparación que le permite trasladar mecánicamente la receta de los Frentes Populares de 1935 a coyunturas como la actual, donde no hay un proyecto de destrucción violenta de todas las organizaciones obreras ni partidos de masas con milicias armadas al estilo nazi.

Del mismo modo, Pineda reduce la línea asumida hace casi un siglo por la Tercera Internacional de “clase contra clase” a una especie de infantilismo determinista cuyo único resultado habría sido, supuestamente, el aislamiento comunista y la victoria nazi, sin mencionar ni el papel histórico jugado por el partido socialdemócrata alemán (SPD) en el aplastamiento del movimiento obrero (Freikorps, 1918‑23) ni su responsabilidad en la desmovilización frente al nazismo desde el gobierno. De este modo, al borrar de un plumazo las traiciones y colaboraciones previas de la socialdemocracia con el orden burgués, convierte la crítica al “socialfascismo” en pura paranoia, cuando en realidad lo que expresaba en su tiempo fue una experiencia real de lucha ante la represión socialdemócrata contra la izquierda revolucionaria.

Idealización acrítica de los Frentes Populares

Del mismo modo, Pineda considera como  “incuestionable”, por qué si, que los Frentes Populares frenaron el fascismo, aunque fuera temporalmente, pero sin aportar ejemplos concretos ni balancear sus derrotas (Francia 1940, España 1936‑39… ). Además de ignorar también que, como muestra la historia reciente, la táctica de “primero la democracia, luego el socialismo” ha acabado demasiadas veces en quedarse sin democracia y sin socialismo, dejando intacto el poder económico y permitiendo posteriores restauraciones reaccionarias.

Pineda presenta la ampliación “unitaria” del sujeto de cambio (campesinado, pequeña burguesía, partidos republicanos) como un progreso en sí mismo, pero no tiene en cuenta el coste programático concreto de esas alianzas, como por ejemplo fueron en su día la renuncia a expropiaciones, moderación en la reforma agraria, subordinación de los órganos de poder obrero a la legalidad republicana burguesa… y tampoco analiza cómo estas alianzas reconfiguraron la propia composición de clase y la práctica de los mismos partidos comunistas, que pasaron a depender del aparato estatal, integrando unos bloques electorales con fracciones de la burguesía y con políticas de orden que chocaban y chocan con la autoorganización de la clase obrera y contra el cambio social.

Uso instrumental de la historia contra la izquierda alternativa

En el artículo del camarada se considera como “sectarismo” cualquier crítica o rechazo a las políticas de colaboración con fuerzas social‑liberales, trasladando mecánicamente el esquema PCE–PSOE de los años 30 a la relación con los socialdemócratas  de hoy, plenamente integrados en la gestión neoliberal, europeísta y atlantista. Y al sentenciar, igualmente, que “dividir a la izquierda en contextos de ofensiva fascista” es una irresponsabilidad, también está ignorando la posibilidad de que ciertas “coaliciones” con aparatos que aplican recortes, privatizaciones o políticas represivas, tal como ocurre con este Gobierno del PSOE-Sumar, son precisamente las que más desmovilizan a las clases populares y alimentan el terreno de la extrema derecha.

En conjunto, por tanto, el artículo se mantiene fiel al enfoque oportunista de la dirección actual del PCE (una parte de ella), por la vía de simplificar el pasado histórico en un relato moral (unidad buena / crítica mala) y de evitar la cuestión central: cómo combinar la unidad táctica frente a la derecha con una independencia de clase y un programa político propios, sin repetir nuevamente la disolución política en bloques interclasistas que siguen desarmando a la clase trabajadora a cambio de conseguir, en el mejor de los casos, algunos puestos y prebendas dentro del mismo régimen que se dice con la boca pequeña querer cambiar.

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