La victoria del ultraderechista José Antonio Kast en Chile no es un acontecimiento aislado, sino la confirmación de una tendencia preocupante para la izquierda internacional. Vuelve a mostrar que la tibieza y el abandono de los programas de cambio de las izquierdas institucionalizadas muy fácilmente se convierten en la alfombra roja que dispara el avance de la derecha y la ultraderecha. Una tibieza y abandono que, por ejemplo en España, se sigue justificando con el argumento falaz (y contradictorio con las experiencias recientes) de que hay que «moderarse» (táctica del frente amplio, p.e.) para impedir un giro al fascismo.
Los datos de la derrota en Chile
Pocas dudas caben de que la victoria del ultraderechista José Antonio Kast, un nostálgico del pinochetismo, marca una derrota histórica para el progresismo y una advertencia esencial para toda la izquierda, europea y latinoamericana.
Kast triunfó en la segunda vuelta presidencial, celebrada el 14 de diciembre de 2025, con una victoria contundente: obtuvo más del 58% de los votos, marcando el mayor número de sufragios en la historia del país. Específicamente, logró 7.240.006 votos (58,17%), impulsado también por el voto obligatorio. La candidata de izquierda, Jeannette Jara, alcanzó solo el 41,83% (5.205.791 votos). Este resultado ha sido calificado como el peor para la izquierda chilena desde el retorno a la democracia. Kast ganó en todas las regiones, mientras que Jara solo prevaleció en 32 de los 345 municipios.
Kast no es una simple anomalía local, sino la “filial local” de una estrategia global que busca la restauración reaccionaria, alineándose explícitamente con figuras como Giorgia Meloni en Italia y Javier Milei en Argentina, y subordinado a la política del imperialismo norteamericano liderado por Donald Trump. Su programa es claro: ajustes, recortes al Estado, ataques a las y los trabajadores, medidas autoritarias, ofensivas contra los migrantes y recortes al sector público. En el conflicto mapuche, esto se traducirá en un endurecimiento de la militarización de la Araucanía, tratando la demanda de autodeterminación como un problema de «terrorismo» a reprimir, ligado directamente a la lógica extractivista.
La alfombra roja de la ultraderecha se despliega con la renuncia de Boric.
Esta victoria electoral se explica, fundamentalmente, por la incapacidad de la izquierda institucional para ofrecer una alternativa real al modelo neoliberal, como señala el periodista Peterson Escobar. La gran clave es que la ultraderecha capitaliza el espacio cedido por los gobiernos supuestamente progresistas que renuncian a serlo.
El gobierno de Gabriel Boric, que llegó prometiendo transformaciones sociales profundas (como frenar las AFP y las ISAPRES), terminó siendo castigado por sus permanentes renuncias programáticas y sus «volteretas»,. Boric se coaligó con la ex Concertación, salvando las mismas ISAPRES, revitalizando las AFP y fortaleciendo el entramado represivo del Estado, incluso con niveles históricos de presos políticos mapuche y la militarización del Wallmapu.
El problema, como diagnostica Laura Arroyo, no es usar la moderación como táctica electoral, sino volverla una estrategia política o, peor, un plan de gobierno. Esta renuncia generó la desmoralización de su propia base social y envalentonó el avance de la extrema derecha,. Jara, al representar una candidatura vinculada al oficialismo de la continuidad en lugar de la transformación, pagó el precio de gobernar con un «piloto automático» con rostro amable, que es funcional a la ultraderecha.
En tiempos de avance derechista, no se puede jugar a la moderación. Como se constató en Chile, la tibieza y el oportunismo son la alfombra roja de las ultraderechas. La renuncia a señalar al verdadero adversario (los grandes capitales, los fascistas y sus perros de presa) y a defender la soberanía y la justicia social (nacionalización, expropiación) en nombre de la moderación, es sinónimo de derrota.
Organizar la resistencia y acabar con el oportunismo de las cúpulas partidarias.
A pesar de la amargura, la fuerza social para enfrentar a Kast existe. Es urgente sacar las lecciones de estos cuatro años de Boric y romper la pasividad que se impuso,. La única forma de frenar el programa de ataques de Kast es a través de la movilización y la organización colectiva desde los lugares de estudio y trabajo,, con completa independencia política del actual gobierno. Ejemplos como las huelgas generales en Italia y Portugal contra gobiernos derechistas marcan el camino a seguir,.
Como se señala en el Eduitorial de Resumen Latinoamericano: “La democracia habló fuerte y claro”, dicen que dijo Jara felicitando al ganador. Su voz, sin embargo, fue la de una clase política progresista agotada, incapaz de ofrecer una alternativa real al modelo neoliberal. La aplastante victoria de Kast no es un incidente de la historia, sino el síntoma de una enfermedad política más profunda.
La candidatura de Jara, concebida como el dique contra la ultraderecha, se reveló como la paradoja del “Frei Montalva inverso”. Como en 1964, cuando la DC de Frei fue financiada por el establishment occidental (incluida la CIA) para evitar el «peligro rojo» de Allende, Jara en 2025 representó el «mal menor» para una izquierda temerosa y desarticulada, cooptada por las dinámicas atlantistas e incapaz de un proyecto realmente transformador que las revueltas populares siguen pidiendo a gritos.
Autores y Noticias citadas:
- Laura Arroyo (Artículo: ¿Por qué gana Kast en Chile?): https://www.diario-red.com/articulo/canal-red/que-gana-kast-chile/20251215185352060231.html
- Geraldina Colotti (Artículo: Chile. El regreso de la ultraderecha y el callejón sin salida de la izquierda atlantista): https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/12/15/chile-el-regreso-de-la-ultraderecha-y-el-callejon-sin-salida-de-la-izquierda-atlantista/
- Izquierda Diario (Análisis): https://www.izquierdadiario.es/El-ultraderechista-Jose-Antonio-Kast-electo-presidente-de-Chile-hay-que-organizar-desde-abajo-la
