La reciente condena del Tribunal Supremo al Fiscal General del estado ha ocasionado gran revuelo mediático y en las sedes de los principales partidos institucionales. Incluso se están difundiendo recogidas de firmas pidiendo la «restauración» de un sistema judicial más guay, como es el caso por ejemplo de solicitar la dimisión (!?) de este Alto tribunal (ver en https://www.defiendetenderecho.org/), naturalmente para que nuestros gobernantes del momento pongan a otros. Pero los números son claros, así como qué gobiernos (concertadamente) han ido poniendo y quitando jueces en estas altas esferas (actualmente 5 conservadores del PP frente a 2 progresistas del PSOE). Y más allá de este juego de cromos que dura ya 50 años, la ley marlaska continua su andadura para criminalizar todo tipo de oposición social y política. Seguidamente incluimos una breve nota de los camaradas de Insurgente llamando la atención sobre un aspecto por desgracia bastante poco resaltado en el debate político actual de la izquierda sobre este incidente judicial…
Insurgente.org
El aparato judicial, que como el represivo y el financiero, están al servicio de la clase dominante en una sociedad capitalista, vive en estas horas una falsa disyuntiva. Las dos columnas del régimen (monarquia parlamentaria heredada del franquismo) dirimen sus fuerzas: progres y fachas (en lenguaje coloquial) miden sus fuerzas en los órganos de dirección judicial como si el sistema estuviese en cuestión.
La extrema derecha tiene más camino andado, porque sus huestes han sabido colocar en los últimos 90 años a afines en los órganos claves de dirección: el felipismo y sus seguidores colocaron luego a los que pudieron y en eso estamos: unos u otros; otros y unos, y la casa barriéndola entre los dos.
Ambos aparatos mediáticos viven la falsa contienda con un intento de contagiar que los suyos son los justos y los otros no. En el fondo (y en la superficie) lo que parecen discutir es quién hará el discurso ante la Corona en el llamado comienzo del año judicial, para demostrar lealtad y sumisión a los borbones.
La falsa guerra judicial no es ajena a los intereses de clase. Ellos están en la misma trinchera, defienden los mismos intereses. Lo demás es paripé, titulares e inflar el muñeco del menosmalismo..

