COMUNICADO
Nosotras, activistas y organizaciones feministas, denunciamos y hacemos un llamamiento al boicot internacional del Foro Mundial de Mujeres por la Paz, organizado por el movimiento Guerreras de la Paz (Guerrières de la Paix) los días 19 y 20 de septiembre en Esauira, Marruecos.
Creado en Francia en 2022, Guerreras de la Paz se presenta como un colectivo de mujeres judías y musulmanas «por la paz, la justicia y la igualdad». Desde el inicio de la guerra genocida librada por Israel contra Gaza, despliega una intensa propaganda que instrumentaliza una retórica humanista para defender el statu quo colonial. Su promoción por parte de los medios de comunicación dominantes, especialmente en Francia, contribuye a marginar las voces que denuncian el genocidio.
En su discurso, el colectivo pone en el mismo plano al Estado sionista y a la resistencia palestina, reduciendo la realidad colonial a un «conflicto» simétrico entre dos bandos. Según su fundadora, Hanna Assouline, «habrá que curar muchas heridas, ser capaces de perdonar. La libertad y la seguridad de ambos pueblos son interdependientes» (Sud-Ouest Dimanche, 10 de noviembre de 2024). Tal visión niega la asimetría entre una potencia colonial ocupante y un pueblo oprimido que lucha por su supervivencia y su dignidad. Mientras Israel intensifica su ofensiva para imponer la ocupación total de Gaza y continuar la colonización en Cisjordania, Guerreras de la Paz reduce esta violencia estructural a la mera política del Gobierno de Netanyahu, sin cuestionar el sionismo como proyecto colonial genocida.
El colectivo, que pretende encarnar una voz matizada, rechaza tanto a los que apoyan las masacres cometidas por Israel como al movimiento de solidaridad internacional con el pueblo palestino que reclama el fin del genocidio.
Guerreras de la Paz llama a la «responsabilidad de las mujeres» y a la «relación pragmática que tienen con la vida y el compromiso» para poner fin al «conflicto». La sororidad, erigida en pilar del movimiento feminista, se invoca así para exigir que las mujeres israelíes y palestinas rechacen cualquier asignación a un bando y actúen mano a mano. Esta narrativa se pone en escena en movilizaciones como las de París o Cannes, donde mujeres judías y árabes se han reunido bajo eslóganes humanistas deliberadamente vagos y consensuados que ocultan las masacres diarias infligidas desde hace casi dos años al pueblo palestino por el ejército de ocupación israelí, que afectan de manera desproporcionada a las mujeres y los niños.
Este discurso también borra el papel decisivo que desempeñan las mujeres en las luchas de liberación nacional, incluida la resistencia palestina. Se inscribe en la continuidad de la instrumentalización del feminismo por parte de las potencias imperialistas, que lo utilizan para legitimar sus guerras coloniales y dividir a los pueblos oprimidos.
Este feminismo pacifista encarnado por las Guerreras de la Paz, que tiene una gran eco en los medios de comunicación y entre ciertas élites políticas, económicas y culturales de Occidente y del mundo árabe, destaca la resolución 1325 adoptada por la ONU en 2000, que promueve una mayor participación de las mujeres en los procesos de paz, como le gusta recordar a Hanna Assouline. Pero para el colectivo, el recurso al derecho internacional es selectivo: los derechos que la ONU reconoce al pueblo palestino —autodeterminación, derecho al retorno, legitimidad de la lucha armada— son negados, y la resistencia asimilada al terrorismo. Además, la organización se niega a hablar de genocidio a pesar de las conclusiones de la ONU y de la Corte Internacional de Justicia, y prefiere utilizar un lenguaje edulcorado para calificar la barbarie israelí.
En mayo de 2025, el colectivo acompañó a una delegación de diputados franceses a la Cumbre por la Paz en Jerusalén, organizada por ONG israelíes, mientras que a varios representantes políticos franceses y europeos se les había prohibido la entrada en Israel debido a sus críticas al Gobierno de Netanyahu y su política. Mientras la Franja de Gaza atravesaba una crisis humanitaria extrema, los discursos de la Cumbre hacían un llamamiento a la paz y al reconocimiento del Estado palestino, en términos vagos. Las intervenciones más concretas fueron las del presidente Emmanuel Macron (por mensaje en vídeo) y del tándem formado por Ehud Olmert, ex primer ministro israelí que dirigió la guerra contra el Líbano, y Nasser Al-Kidwa, exministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina: reconocimiento de un Estado palestino, pero en condiciones que lo convierten de facto en un Estado vasallo.
En agosto de 2025, el colectivo promovió las movilizaciones organizadas recientemente en Beit Jala, en Cisjordania, contra la hambruna en Gaza, que reunieron a israelíes y palestinos. Al presentar estas movilizaciones como portadoras de esperanza y contribuir a invisibilizar el hecho de que Israel había anunciado, unos meses antes, el desarrollo de nuevos asentamientos en la región de Beit Jala, el colectivo participa de hecho en el blanqueo de los crímenes coloniales.
La estrategia de las Guerreras de la Paz es clara: despolitizar la solidaridad internacional para reducirla a su dimensión humanitaria y eludir la cuestión central, a saber, la liberación de Palestina. La organización del Foro Mundial de Mujeres por la Paz en Esauira se inscribe en esta misma lógica de legitimación de Israel y de promoción de la normalización de sus relaciones con los regímenes árabes, a pesar del rechazo masivo de los pueblos de la región.
Presentado como una reunión internacional de activistas israelíes, palestinas, iraníes, afganas, marroquíes y otras, este foro tiene como objetivo lanzar un «llamamiento internacional de las mujeres por la paz». En realidad, busca imponer una «nueva narrativa de paz» destinada a neutralizar la movilización feminista internacional, hoy fuertemente comprometida con el pueblo palestino en una tradición antiimperialista e internacionalista.
Como feministas, denunciamos enérgicamente la instrumentalización de nuestras luchas para blanquear los crímenes cometidos por el Estado colonial israelí. Afirmamos alto y claro: Palestina es una lucha feminista. Por eso rechazamos cualquier retórica de paz que no vaya acompañada de un apoyo claro y explícito al movimiento de liberación del pueblo palestino.
No hay paz sin justicia, no hay justicia sin la liberación de Palestina.
